“Vivir en regreso” o regresar al lenguaje (Obra poética de Juan Emilio Batista)

Publicado en por robertoadames

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“Más que en la duda, el principio del conocimiento

 Reside en la capacidad de asombro”.

 

Por

Roberto José Adames


Vivir en Regreso, de Juan Emilio Batista, constituye un texto poético original no solo por su estructura, sino en cuanto parte de un discurso poético un tanto novedoso en cuanto expresión estética, misma que es disímil a los cánones poéticos vigentes, y que se funda a partir de la búsqueda de la belleza, no en las construcción iconoclástica del lenguaje poético, sino además en la búsqueda unilateral de la perfección que proporciona la lengua para apegarse a ella, es una mirada a los signos lingüísticos semejante a la que imagina el alfarero o escultor al mirar con igual pasión el barro: emergen perlas desde cualquier esquina del lodo, y nacen como resultante de una expresión que estimula y es propicia para reflexionar sobre la realidad del fenómeno poético, del ser y del quehacer del artista.


Anclado a las más sensibles fibras del autor, y situado desde la realidad interior y exterior de su coexistir, Vivir en Regreso reconstruye poéticamente la evolución del pensamiento propio al través de la observación pertinaz o del análisis permanente de la materia prima de la poiesis y su interacción con los mas disímiles sentimientos. De tal manera que el texto se convierte en un referente que transmuta en arte el verbo en toda su pureza, llegando incluso a fundar un arquetipo de la forma que navega de manos de los ribetes más profundos del querer ser, utilizando alusiones en contrapunto de lo que es, lo que fue y lo que pudiera ser.


En Juan Emilio Batista, la poesía difumina sus lindes y construye un cuadro poético de serenidad, madurez y equilibrio otorgados por la inclinada incitación a pensar sobre la realidad humana, sobre su sencillez y sobre la belleza que en estas categorías o realidades pueda existir; es, si se quiere, un cuestionamiento al esteticismo actual, bastaría con mirar la belleza extraída de lo cotidiano en el poema catorce: He hablado de transformación/-parece ser su naturaleza-/Pero cuando el gato maúlla/¿es su naturaleza escucharse?

 

Así mantiene a lo largo de todo el libro un mismo aliento poético que le imprime al canto una sola voz que se extiende desde el insular grito que perfora, hasta las mismas dimensiones de la eternidad, resultando ser una constante que se mantiene por todo el transitar poético del texto en su totalidad, y a veces como en un estado de ensoñación provocado por la lectura uno se llena de sed y se va bebiendo los versos con la misma avidez que provocaron su parturiento develo, miremos el poema diecisiete: Tu sed no está en los labios/ni en esa imagen que te engaña/Tampoco en el nuevo estremecimiento,

 

En una dimensión inseparable de la obra, el lenguaje es su inspiración, y aunque a veces parecería que habita el desconsuelo no deja de ser gozoso el eco que en el alma provoca, dejando esa sensación de insatisfacción que te acelera en la búsqueda, así se descanta en el poema veintitrés: Ahora sólo guardo los /sueños/como un recuerdo de mi memoria/Me duele recordarlo

 

En este poemario, podemos encontrar, sin tropiezos, tres constantes permanentes que le imprimen hondura poética al texto: una clara intención de lo que se quiere, una manifiesta pasión por el oficio, casi sacro en la devoción poética, unidas ambas cualidades a la justa utilización de la expresión como matriz propiciadora de belleza: Sólo el hombre cree profundo el bosque/que sus gigantes torres viven en armonía/con los sonidos de la naturaleza/Pero también el perro que ladra/y corretea/con su ladrido lo empequeñece (poema cuarenta y uno); en definitiva  este gran poeta nuestro, registra inconfundiblemente un pensamiento, un sentimiento y una expresión exquisita, tres pilares que habrán de sostener su obra sin la ayuda de ningún otro elemento que no sea un satisfecho lector.

Etiquetado en Poesia

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